La hermana de John Fitzgerald Kennedy que fue escondida por el clan: ataques de ira, descontrol sexual y lobotomía

La familia más famosa de EE.UU.
  • Los avatares que debió enfrentar la integrante menos conocida de la emblemática familia signada por las desgracias.
  • El daño irreversible que le generó la arcaica intervención sobre las conexiones nerviosas.

Rosemary fue la tercera hija de Joseph P. Kennedy y Rose Elizabeth Fitzgerald Foto AP.

El anuncio de la joven Tatiana Schlossberg, nieta de John F. Kennedy, de su difícil cuadro de leucemia mieloide aguda, puso una vez más sobre la mesa el eterno tema de las maldiciones infinitas del clan más famoso de Estados Unidos.

En esta revisión de sucesos trágicos, no puede pasarse por alto la dura y cruel historia de vida de Rosemary Kennedy. Ella era la tercera de los nueve hijos del millonario Joseph P. Kennedy y la aristócrata Rose Elizabeth Fitzgerald, y, por lo tanto, hermana de John Fitzgerald (JFK).

Rosemary nació en plena epidemia de gripe española y el médico encargado del nacimiento se retrasó con otros pacientes.

Su madre estaba en trabajo de parto y, ya con la cabeza de la bebé emergiendo. Al no contar con un profesional que la asistiera, la partera le dijo que mantuviera las piernas cerradas y apretadas, para evitar que diera a luz en esas condiciones.

Luella Hennessey-Donovan, niñera e institutriz de la familia, relató que Rose permaneció así dos largas horas.

Tiempo más tarde, siguiendo la información del sitio Encyclopedia, los adultos más cercanos a ella comenzaron a notar en Rosemary que algunos de los hitos en el desarrollo -como sentarse, gatear o caminar- sucedían más tardíamente.

Rose, por su parte, cita Encyclopedia, señaló a sus personas de confianza que era una bebé dulce y tranquila y que resultaba su orgullo y alegría después del nacimiento de dos hijos varones. Pero, aunque estaba sana, percibía que su crecimiento iba con mayor lentitud.

Luego experimentó dificultades para aprender a leer y escribir y alrededor de sus siete años fue diagnosticada con una discapacidad intelectual leve.

Los especialistas que consultaron infirieron que este retención en el parto pudo haberle generado una hipoxia, que es el suministro insuficiente de oxígeno a los órganos vitales.

De todas formas, la familia solía ocultar su condición para evitar que se hable de genes defectuosos.

Para ello, Rose eligió durante algún tiempo mantener a Rosemary en la casa y supervisó cuidadosamente su educación.

El libro Tiempos para recordar de Laurence Leamer relata que en los años previos a la Segunda Guerra Mundial Joseph P Kennedy fue nombrado embajador en Reino Unido y entonces, toda la familia se trasladó a Londres.

Allí, junto a su hermana menor Kathleen, lograron atraer a la prensa británica. La nota de BBC Mundo dice que, con sus 19 años, Rosemary era considerada exquisita y sus fotografías aparecían habitualmente en tapas de diarios y revistas.

Cuando Reino Unido declaró la guerra a Alemania en septiembre de 1939, Rose y la mayoría de sus hijos regresaron a Estados Unidos y solo Rosemary quedó con su padre.

En esos años, fue enviada a una escuela Montessori, un método de enseñanza basado en los sentidos. Al mismo tiempo, en las apariciones públicas comenzaron a notarse tropiezos y conductas erráticas.

Este proceso se fue acentuando. Para 1941, cuenta Leamer en su libro, mostraba algunas señales inquietantes. Había retrocedido en sus habilidades mentales, tenía frecuentes berrinches en lugares públicos, ataques de ira y crisis convulsivas.

En medio de este cuadro, quiso pegarle y patear a su abuelo materno y tuvieron que detenerla a la fuerza.

Ante el panorama, la decisión de la familia fue internarla en un convento. Pero las monjas tampoco pudieron controlarla.

Una prima, Ann Gargan, contó que Rosemary se escapaba por las noches para ir a pubs y encontrarse con hombres en busca de sexo casual.

En el libro Rose Kennedy and Her Family: The Best and Worst of Their Lives and Times -lo mejor y lo peor de sus vidas y su tiempo- Barbara Gibson y Ted Schwarz escribieron: "Joe tenía dos preocupaciones principales sobre Rosemary. No era el ideal de mujer Kennedy orientada a la competencia y pensaba que su sexualidad era demasiado intensa y no moderada por las restricciones morales a las que sus demás hijas habían adherido".

Los médicos sugirieron realizar una lobotomía. Esta técnica arcaica consistía en cortar o dañar conexiones nerviosas. La nota de BBC Mundo explica que se creía que así se podían reducir síntomas psiquiátricos. Aunque al tiempo quedó claro que sus efectos eran devastadores.

A Rosemary la intervención la dejó en un estado infantil y ya no pudo ni caminar ni hablar. "Joe destruyó una parte de su cerebro antes que arriesgarse a lo que podría llegar a ser si se le permitía seguir su propio camino en la vida".

En su siguientes años, vivió escondida en instituciones, casi sin visitas, ni de su familia más cercana. En 2005, a los 86 años, Rosemary murió.