Terror y muerte en los 90: la historia brutal de la “banda del Uno blanco” que causó pánico
En Italia- La mayoría de sus miembros eran policías activos afines a grupos de extrema derecha.
- Actuaron durante siete años consecutivos. Mataron a 24 e hirieron a más de cien.
La banda solía usar un Fiat Uno blanco, un coche muy común en la Italia de aquellos tiempos.
En un cuento de “La vida es breve, etc.”, de la italiana Verónica Raimo, un personaje recuerda que en los noventa alguien solía decir sobre los policías: “(...) porrazos de día, Uno Bianca de noche”. Junto a “Uno Bianca” aparece uno de los pocos asteriscos de notas al pie del libro.
La nota al pie de la edición de Libros del Asteroide traducida al español explica que el término refiere a una banda de policías que generó pánico en la región de Emilia-Romaña y las Marcas desde 1987 hasta 1994. Se conoció con ese nombre “por el vehículo que utilizaban, un Fiat Uno de color blanco, muy común en Italia en aquellos años”.
El grupo estaba compuesto por seis miembros, cinco de ellos policías en actividad. Los hermanos -y líderes- Roberto, Fabio y Alberto Savi (el no policía), Marino Occhipinti, Pietro Gugliotta y Luca Vallicelli. El cerebro era Roberto, asistente jefe de la Polizia di Stato en Bolonia apodado “Il Monaco”.
Comenzaron con la perpetración de robos nocturnos en lugares donde podían obtener plata fácil: bancos, peajes, estaciones de servicio, supermercados, correos. Se aprovechaban de su expertise en el dominio de las armas de fuego, su entrenamiento físico y su placa policial para evitar ser descubiertos.
Llamativamente, la banda del Uno blanco actuaba haciendo uso de una violencia extrema y gratuita. Escondidos en pasamontañas, disparaban a diestra y siniestra a quien se interpusiera en su camino. Y su motivación no era solo económica: era también de odio. Muchos de sus objetivos eran personas de origen africano o de comunidades gitanas.
Su ataque más infame fue el que la prensa llamó La masacre del Pilastro (La Strage del Pilastro). Ocurrió durante la noche del 4 de enero de 1991, en el barrio Pilastro de Bolonia.
En ese asalto, los Savi mataron a tres carabinieri que circulaban en coche. Les dispararon con armas automáticas desde su Uno porque creyeron que habían anotado su patente.
Fue un flechazo directo al corazón de la Ley nacional a la que ellos pertenecían. Una mancha que enfrentó a los Carabinieri y a la Policía Estatal por su investigación.
En un comienzo se creyó que era un ataque del grupo terrorista Falange Armata. Ellos mismos se lo adjudicaban. Sin embargo, esa mentira no hizo más que desviar el foco de atención y permitir que la banda del Uno blanco siguiera matando.
Con la ayuda del carabinero Domenico Macauda, que desviaba intencionalmente las pesquisas iniciales, el grupo logró mantenerse activo hasta mediados de los noventa. Fueron siete años seguidos de robos y asesinatos que les dejaron alrededor de 1,1 millones de euros de botín total.
Todos los miembros del grupo fueron arrestados entre 1994 y 1995. En el ‘94, la banda del Uno se dedicó exclusivamente a robar bancos (fueron nueve en total en ese año) y, presos de su propia ambición, comenzaron a caer.
La policía, que estaba perdida por lo diversos de los objetivos y las características tan variadas de los ataques, se encauzó cuando la división de Rimini concluyó que solo una misma banda podía cometer una serie de crímenes y de móvil tan oscilante entre robos “comunes” y de odio.
Por el reconocimiento de las armas, los identikits de los testigos y sospechas internas, todos los miembros de la banda del Uno blanco fueron arrestados entre 1994 y 1995. Comprobaron su culpabilidad con vigilancias discretas y escuchas telefónicas.
La noche del 21 de noviembre del ‘94, Roberto, el líder, fue detenido en su puesto de trabajo. En cuestión de días, los otros miembros también serían buscados y encontrados en diferentes lugares del país.
En 1995 se abrieron tres procesos judiciales en donde varios de los acusados admitieron su responsabilidad en varios crímenes y al año siguiente se dictaron las sentencias definitivas: Roberto, Alberto, Fabio Savi y Occhipinti recibieron cadena perpetua, Gugliotta fue condenado a 18 años de prisión y Vallicelli a 3 años y 8 meses.
Más allá de sus particularidades, el nombre de la banda no trascendió más allá de la memoria colectiva local. El tiempo esfumó su infamia, y parecería ser que solo cruza fronteras a través de obras como la de Raimo.