La mayor amenaza para la libertad
Debate
Mariano Vior
El objetivo final de la democracia consiste en organizar sociedades abiertas, plurales y equilibradas que articulen la libertad con el mayor nivel de equidad en la distribución del ingreso. Con el sólo propósito de intentar un esbozo descriptivo, sostenemos que una persona es libre cuando posee el derecho de desarrollar su plan de vida y de participar de las decisiones colectivas a partir de su propio criterio.
Desde el punto de vista histórico, el ejercicio de la libertad dependió de la relación de las personas con el Estado. Las sociedades humanas deben ser gobernadas y los gobernantes tienen la facultad de condicionar las vidas de quienes las integran. De ahí que uno de los requisitos básicos de cualquier organización social consiste en fijar los límites de ese poder condicionante.
El liberalismo, la primera revolución industrial y la expansión del conocimiento fueron tres ejes que, a partir del siglo XVIII, impulsaron la aparición de instrumentos modernos de naturaleza jurídico institucional destinados a limitar los desbordes opresivos del Estado.
Las bases del liberalismo fueron el racionalismo, el individualismo, la propiedad privada y la secularización. El consentimiento pasó a ser el fundamento de la relación de mando y obediencia implícita en cualquier forma de gobierno. La posibilidad de pensar y difundir ese pensamiento, fue su producto más significativo. La primera revolución industrial definió las características del capitalismo, modificó los sistemas de producción y distribución de los bienes materiales e introdujo categorías tales como “burguesía” y “proletariado”. La ciencia demostró la capacidad del ser humano para dominar la naturaleza, amplió los límites del conocimiento y concluyó el proceso de secularización.
Más acá en el tiempo, la informática proveyó la plataforma sobre la que se apoyaron la expansión de la vertiente financiera del capitalismo y el crecimiento constante de la investigación científica.
Produjo un efecto de desmaterialización que convirtió los bienes físicos en intangibles, porque los transformó en flujos de información que se superponen con la territorialidad, que constituye la base material de los Estados nacionales. La información acumulada en “la nube”, espacio virtual al que debe accederse por la vía rentada de los prestadores privados, puede ser manipulada y traficada. La inteligencia artificial es capaz de generar consecuencias sobre la verdad, que ni siquiera sus creadores están en condiciones de anticipar y prevenir.
Los bancos crearon nuevos productos financieros cuyos montos alcanzan cifras extraordinarias con un nivel de complejidad que impide calcular su dimensión. Las finanzas especulativas (noventa por ciento del total operativo) favorecen la concentración de la riqueza, promueven la desigualdad y debilitan la democracia. Ya dijo Rousseau que sin igualdad, la libertad no puede subsistir.
Las tareas de investigación y desarrollo (ID), que después de la Segunda Guerra Mundial eran afrontadas por contratos públicos, hoy se financian con dinero proveniente de intereses privados que los programan en función de la rentabilidad. En Estados Unidos, tras la caída del Muro de Berlín, la inversión pública en ID cayó a menos del 1% del PBI, mientras que la privada pasó del 1% al 2% entre 1989 y 2017. En la actualidad, el conocimiento apropiable en manos de grandes empresas privadas, constituye parte substancial del nuevo saber.
La extensión, dinámica y autonomía decisoria del complejo científico-tecnológico nos obliga a identificar nuevos condicionamientos eventuales para el ejercicio de la libertad, que ya no provendrán de la acción del Estado sino de otras áreas y funciones de la actividad social con potencialidad para profundizar la inequidad, porque además de las desigualdades económicas, evidenciarán los diferentes niveles de acceso al conocimiento y a la capacidad de comprensión: los excluidos serán víctima de la pobreza estructural provocada por la nueva ignorancia.
Si pensamos en términos de costos y rentabilidad, la asociación entre la plutocracia financiera y los dueños del conocimiento apropiable es previsible, lógica, hasta natural. Pero implica una enorme concentración de poder que puede convertir al interés público en cautivo de una elite tecnológica cuyos representantes podrían imponer un nuevo principio de legitimidad fundado en algún tipo de voto calificado y un nuevo orden institucional y jurídico. Elon Musk ya sugirió que los ultrarrícos, por serlo, tienen derecho a gobernar.
La posibilidad cierta de que la alianza entre el saber y el dinero desemboque en un sistema de poder concentrado, es la mayor amenaza para la libertad. Una situación de esa naturaleza puede significar la aparición de un nuevo absolutismo ilustrado de consecuencias depredadoras en términos de igualdad.
No hace falta resaltar los enormes efectos positivos del avance del conocimiento, pero es esencial prevenir ciertas posibles consecuencias. Este artículo sintetiza una presentación más detallada y propositiva que realizamos en mayo de 2023 ante la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Desde esa fecha, la ultraderecha, siempre autoritaria y excluyente, no ha hecho más que crecer en Occidente y en Argentina. Nuestro objetivo debe consistir en consolidar el avance de la ciencia sin poner en riesgo la libertad y la dignidad.