Todo lo que el Gobierno oculta detrás del gran escándalo con Tapia

En foco

Frente a frente. El presidente está muy entusiasmado con la pelea pública que mantiene con el titular de la AFA.

El gobierno de Javier Milei está muy entusiasmado con la pelea pública que libra contra el titular de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio “Chiqui” Tapia. Se trata de un personaje muy impopular. Permea con profundidad en el mundo del fútbol. Pretende también desnudar manejos oscuros de dinero que por su magnitud desplazan a otros que incomodan al oficialismo. Como el escándalo de las coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS).

El Presidente sabe que esta batalla redituable podría ser además circunstancial. Más allá de las investigaciones judiciales en torno a una financiera al parecer ligada al jefe del fútbol y a fastuosas mansiones, hay razones para inferir que la cuestión central del conflicto quedaría para el futuro. Sobresalen tres motivos: la realización del Mundial el año que viene en Estados Unidos; la defensa que hará la selección nacional de su título obtenido en 2022 en Qatar; la inconveniencia en ese marco de abrir un pleito con la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado).

Milei tomó nota de un aspecto en medio del peor momento de la refriega con Tapia. El titular de la AFA fue elegido por las federaciones de Sudamérica que conforman la CONMEBOL como representante ante la FIFA en reemplazo de Brasil. No quedó en un asunto regional: Gianni Infantino, cabeza de la organización mundial del fútbol, se congratuló mediante una carta por aquella determinación.

El gobierno libertario se siente cómodo con aquel escándalo como marquesina de la vida nacional. Tiende a conjeturar que la pelea ratificaría la legitimación de octubre. Al menos del sector social que irrumpió y lo ayudó después de la debacle de septiembre en Buenos Aires. También supone que, por elevación, se podría sostener el contrapunto político con Axel Kicillof. El gobernador le concedió cobijo legal a la AFA en Buenos Aires. Empinó a Tapia en la conducción de la Coordinación Ecológica Area Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE) de la cual había sido desplazado en la Ciudad por Jorge Macri. Bajo el influjo de Mauricio, el ex presidente, y siempre con la impronta del fútbol como telón de fondo.

El Gobierno aprovecha este show único para hacer en silencio ciertas cosas que no son, al parecer, como dijo que serían. Hubo un relato dominante entre la decepción de septiembre y la inesperada victoria del último domingo de octubre que prometió cambios profundos. La euforia final habría moderado todas las percepciones y los análisis. Predominan por ahora solo los retoques previsibles. Incluso en el comportamiento presidencial.

Asumió en las últimas horas Alejandra Monteoliva como Ministra de Seguridad en reemplazo de Patricia Bullrich. La semana que viene ocurrirá lo mismo con Luis Petri, el ministro de Defensa, que dejará su sillón al teniente general en actividad Carlos Presti. Cada movimiento está envuelto de una simbología.

El mandatario compartió su primer acto con Monteoliva recibiendo a una agente de Policia de la Ciudad (Noelia Segura) y al jefe de la fuerza, Horacio Giménez. La mujer protagonizó un incidente menor con una ciudadana renuente a acatar órdenes y que la terminó filmando con su teléfono. “Mejor, así me ve mi presidente”, replicó la policía. Suficiente para ser convocada por la Casa Rosada y transmitir un doble mensaje: verticalidad de mando y orden en la calle. El traspaso en Defensa sucederá el próximo domingo en un acto durante el cual serán entregados formalmente los primeros aviones estadounidenses F16 que la Argentina compró a Dinamarca por U$S300 millones.

Aquellos dos parecen haber constituido, al final, la base de los grandes cambios prometidos. Un par de salidas del gabinete producto de funcionarios (Bullrich y Petri) que fueron electos senadora y diputado en octubre. Las novedades salientes llegaron por otro andarivel. Donde transita siempre Karina, la Secretaria General y hermana del Presidente. Una de ellas resultó la renuncia de Guillermo Francos, el ex jefe de gabinete, sustituido por Manuel Adorni que desertó de su banca de legislador porteño. La otra fue la incorporación de Diego Santilli como ministro de Interior. Con facultades disminuidas.

Es verdad que Santilli está realizando una de las misiones más importantes del Gobierno. Conseguir el respaldo de los gobernadores colaboracionistas para la aprobación del Presupuesto y, posteriormente, la reforma laboral. No es menos cierto que en esa tarea tiene injerencia además Adorni. El gendarme de la hermanísima. Quizás no sea tan necesario: el “Colo” comprendió muy rápido que luego de octubre la referencia en el sistema de poder, amén del Presidente, es sin duda Karina.

¿Por qué no preguntarle sobre esa referencia, por ejemplo, a Santiago Caputo, el asesor de las comunicaciones libertarias?. El hombre aceptó su derrota frente a Karina y Eduardo y Martín Menem. Resolvió replegar a las llamadas Fuerzas del Cielo. Ese espacio concedido es aprovechado por la dama de rubio. No sólo dejó en su cargo a Mariano Cúneo Libarona en el ministerio de Justicia para bloquear el posible ascenso de Sebastián Amerio. También comenzó a tener un intercambio fluído son el titular de la Secretaria de Inteligencia del Estado (SIDE), Sergio Neiffert, quien llegó apadrinado por Caputo juniors.

Los deslizamientos internos en el gabinete interesan mucho menos que otras cosas que, pese a su importancia, han salido de vidriera. Quizás retornen cuando se conozca el índice de inflación de noviembre que, según todas las consultoras privadas, estará por encima del 2%. Tendencia consolidada desde hace varios meses.

Noviembre ha dejado en materia de producción y empleo solo malas noticias. Cinco fábricas anunciaron su cierre en una semana. La más emblemática fue Whirpool en el polo industrial de Pilar. En total se contabilizaron 800 despidos. A los cuales pueden sumarse otras del rubro mecánico, autopartes y textil. Desde la Unión Industrial Argentina (UIA) asumen un escenario “muy complejo”, con cesantías por goteo y áreas golpeadas con fiereza. Por caso, el cierre por ahora de 1800 panaderías en el país.

Esa realidad, sin embargo, se mueve de manera paralela a otra que la esconde y viene acaparando todo. El escándalo de Tapia, la crisis en la AFA, el malestar en el terruño del hincha de fútbol. Una gigantesca nube muy difícil de ser rápidamente disipada.